Los funcionarios son esos señores y señoras que un buen día aprobaron
una oposición en busca de un empleo estable. Su sueldo era seguro, pero
escasito. Es más, cuando estalló ese tsunami de falsa prosperidad y este país
se llenó de nuevos ricos, su sueldo, en comparación, era claramente una puta
mierda. No obstante, la gran ventaja que tenían (esto lo valoran ahora) era que
nadie se metía con ellos: en todo caso, si alguien les señalaba, era para
compadecerse de su pobreza.
-Mira ese pringao: veinte años en la Administración , y gana al mes la cuarta
parte de lo que yo saco en mi empresa sólo en horas extras.
Pero un día la crisis estalló y España, que estaba a punto de adelantar
a Francia, según ZP, luego de haber pasado a Italia, empezó a irse al carajo.
Resulta que la economía de este país se había basado casi única y
exclusivamente en una burbuja inmobiliaria que nadie quiso pinchar a tiempo, y,
cuando explotó, lanzó de golpe contra las oficinas del INEM a tres millones de parados.
La recaudación fiscal cayó en picado y, como al mismo tiempo aquí se había
despilfarrado en obras absurdas lo que no está escrito, corrupciones aparte, la
deuda y el déficit se dispararon, se empezó a hablar de quiebra y el gentío
volvió la cabeza hacia los culpables de tanta ruina: los jodidos funcionarios,
que cada mes se llevan a casa su sueldo calentito, un sueldo que ahora, en
comparación con tanto "nimileurista" como hay, es muy apetecible.
"¡Es
que la partida destinada al pago de las nóminas de los empleados públicos no
deja de crecer!", protesta el gentío. Y lleva razón: tanto en la Administració Central,
como en la Autonómica y la Local, cada día hay más gente colocada a dedo y más
asesores. Los funcionarios de carrera, o sea, por oposición, no crecen porque
sus bajas ya no se cubren, pero cada vez hay más enchufados.
Los
gobernantes lo tienen muy fácil a la hora de estrangular a los funcionarios: el
gentío ha sentenciado que hay que ir a por ellos. El gentío no distingue entre
el burócrata que no da un palo al agua en su negociado (¿para qué estará la inspección,
oyes?) y el médico que no da abasto en urgencias, y los dos son funcionarios.
Por eso los empleados públicos lo van a pasar francamente mal en lo que queda
de crisis. ¡Les van a recortar hasta la calderilla!
-A ver,
usted que tenía diez trienios, a veinte euros el trienio, va a pasar a tener
cinco, a diez euros la unidad.
-¿Lo
qué?
-Es que
Bruselas nos ha dicho que a partir de ahora cada trienio tenga seis años. ¡Todo
sea por rebajar el déficit, hombre, no ponga esa cara!
Si por
el gentío fuera, incluso habría que fusilar a muchos funcionarios al amanecer,
así nos ahorraríamos hasta sus futuras pensiones. Pero tampoco hay que pasarse.
A no ser que el déficit se resista, claro.
(Editorial publicat al setmanari “El Jueves” número 1817, de 21 de març
de 2012).
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada