Cuando la
pensión media es de 900 euros, cuando hay seis millones de parados, un millón
que no cobra nada o cobra 400 euros, cuando hay dos o tres EREs todos los días,
cuando cierran miles de medianas y pequeñas empresas, cuando les recortan el
sueldo a los funcionarios, y a los no funcionarios, cuando hay miles de
ciudadanos que han perdido todos sus ahorros por tretas bancarias, cuando hay
que pagar las medicinas y cierran las urgencias, cuando un veinticinco por
ciento de la población está en pobreza o en camino, y cuando tantas y tan
sabidas cosas más ocurren, que el Presidente del Gobierno gane 240.000 euros
por año es una inmoralidad política y no política. Y que se haya aumentado el
sueldo un 30% en plena crisis es una de las mayores obscenidades sociales
imaginables. Justamente el señor encargado de la austeridad y de los recortes
impuestos a los ciudadanos. Y que tenga tres sueldos, que le pagamos nosotros,
aún lo es más, ante la desesperación de quien no tiene ninguno. Y que presuma
de que en su otra profesión ganaría más es una burla, que se vaya, nadie le
obliga a tamaño sacrificio. ¿Qué pensará aquella mujer que percibía 400 euros y
le preguntó en televisión, en el programa Tengo una pregunta para usted,
cuánto ganaba y no supo o no quiso o no se atrevió a responder? ¡Qué impostura!
Éstos son
los que van a regenerar el país. Y encima quieren que les quieran. Su
contabilidad A es más negra y peor que su contabilidad B. No es socialismo, no
es comunismo, no es subversión, no es revolución, es simplemente la necesidad
de pudor, la necesidad de repudiarlos, la necesidad de que todos los españoles
coman. Es una connivencia de clase, una confabulación contra el ciudadano. Una
vergüenza, una humillación, una injuria a España y su organización política y
económica. Estos acatadores de la justicia más elemental que copan la dirección
del país no merecen nuestro respeto, nos acusen o no de demagogia. Tendrían que
vivir dos años de prueba con el salario mínimo como castigo y para saber cómo
es la vida de millones de compatriotas.
Y lo más
grave es su contabilidad C: la de su moral acomodaticia. La política es la
única profesión que no tiene un futuro económico incierto. Aunque forzados,
confiesan su sueldo con una tranquilidad pasmosa, como si fuera escaso y
comedido. Un magistrado del Tribunal Supremo gana 100.000 euros, el Presidente
de la Generalitat, que es el que más cobra, 146.000 euros, el Presidente del
Tribunal Constitucional, 130.000. Rajoy ganaba, y no se sabe si gana, tanto
como el Rey.
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